Tal y como se ha comentado en el capítulo anterior, la temperatura del cuerpo debería permanecer constante durante el tiempo en que dormimos. Las propiedades de aislamiento térmico utilizadas en el núcleo del colchón y en las capas superiores son de especial importancia a la hora de optimizar la regulación térmica. En general el aislamiento térmico es una propiedad aditiva, de modo que cuanta mayor cantidad de material aislante se añada, mayor será. Son especialmente poco aislantes los colchones con poco material y con capas de aire gruesas (como un colchón de muelles) y al contrario, las espumas sintéticas de poro cerrado (burbujas de gas cerradas) son muy aislantes. En entornos térmicamente acondicionados, como los que se pueden encontrar en la mayoría de los hoteles (donde difícilmente haga excesivo frío), el colchón debería ofrecer una baja resistencia térmica para favorecer la evacuación del exceso de calor del cuerpo y reducir así la necesidad de sudar para reducir la temperatura corporal.
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